El príncipe mendigo
Hallábase el príncipe en su alcoba, rendido,
tanto mal aquel día fue a conocer...
Quién pudiera siquiera saber
cómo este joven sería mendigo...
Mendigo sentía ser por tanto tener,
tanto tener de un pueblo que sufría,
que de hambre niños y ancianos morían
sólo por un palacio enriquecer...
El joven, bello en alma y caridad,
decidió hecerse pasar por mendigo,
creedme, en verdad os digo
que lo que os cuento ahora es verdad...
Tanta pobreza vio alrededor,
por dentro el joven moría...
De pena cada día vivía
y le abrazaba el temor...
El temor de sentir su nombre,
en los anales de la historia,
enterrado en la memoria
por no ser un digno hombre...
Vistióse de humildes ropas,
de ceniza su piel cubrió...
Jamás salir nadie le vio
y abandonó todas sus tropas...
El joven así vivió,
solo y sin nada, en la calle,
caminando cada día en el valle,
comiendo lo que Dios le dio...
Bajo un puente en la noche dormía,
mientras desde el mismo amanecer
recorría el pueblo, por ver,
por ver cómo su pueblo perecía...
Así, decidió volver un bien día,
a palacio volvió a recoger,
mil preciosas joyas esconder
en los ropajes que vestiría...
Al pueblo cada día volvería,
cada casa, a cada puerta
llamaría...
Humildes personas le abrirían,
con gesto de pura aflicción,
pues su misma imagen causaba emoción,
se apenaban las gentes del joven
que veían...
Le invitaban a pasar,
le daban de lo poco que tenían,
y cuando al anochecer se despedían
el joven descubrió su bondad...
Les daba oro y joyas suficientes,
suficientes para una nueva casa comprar,
para todo su campo sembrar
y comprar más de mil bueyes...
En poco tiempo, una joven sospechaba,
veía al joven en el puente pasar frío,
llegaba y le miraba, sombrío,
mas una luz descubrió en su mirada...
Soñaba la joven con su cara,
no podía conciliar el sueño...
De su Amor se hacía aquel joven dueño,
aun pensando que no tenía nada...
La joven fue cada noche a visitarle,
a llevarle comida, abrigo, bebida...
Ella estaba convencida
de que el joven podría amarle...
El príncipe una noche la descubrió,
y fingiendo no darse cuenta
se dio al dormir media vuelta
y la joven, cada noche volvió...
Una noche de invierno ella vino,
ya sin nada que traerle,
sólo su calor quería ofrecerle
mas quiso el propio Destino
que el príncipe quisiera traerle
bajo su abrigo, un anillo.
La joven permaneció confusa,
no sabia de dónde vino aquello...
Que diamante más bello,
no pudo encontrar excusa...
Ella profundamente le amaba,
sabía cuán generoso era,
su alma tenía conmovida...
El príncipe pidió que la acompañara,
que ella nueva vida tendría...
La joven aún no lo creía,
¿donde iría a llevarla?
Llegaron a palacio y al joven saludaron,
cuando su cara al fin descubrió,
la joven temblando, le miró
y aún más se enamoraron...
Una gran fiesta celebraron,
todo el pueblo ahora en la abundancia,
sonaba música en la distancia
el día en que al fin se casaron
Autor:
Guardián del Alma
© Derechos reservados
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