Divagando en la noche, puro extravío,
dos almas unidas por un mismo signo,
latidos son pasos que van al designio
de estar a tu lado, oh cielo mío...
Lánguida noche, el alma se quiebra,
las luces son tenues sobre la acera,
se cierran los ojos, aquellos que vieran,
aquellos que de la nada vinieran
para ver un mundo en el que sólo hubiera,
sólo hubiera un solo momento,
sólo un segundo de seguir viviendo
sólo cayendo en tus brazos muriendo,
sólo así saber que el sentimiento
nos lleva donde dice el corazón,
sin más juicio de la maldita razón
que tantos muros levanta por aquí,
dime si merece la pena seguir,
dime si verte sufriendo así
no es motivo de sacrificarlo todo,
si no encuentro ningún otro modo
de hacerte saber cuánto te quiero,
que no me importa ni el poder ni el dinero,
que nada me llena si no estoy contigo,
que de tu alma y tu lecho soy amigo
y las noches nos cuentan mil aventuras,
de cómo nuestras almas en celo se buscan
y se encuentran en un lugar perdido,
allí donde sólo existe amar,
donde no hay lenguaje de signos
pues para designios no hay lugar,
los pájaros entonan en su cantar
cuán bella eres, estrella de este día,
toda luz se oscurece si sales caminando,
con tu mirada clara brillando
y hasta el mismo sol te envidia
y se termina ocultando
porque tu luz es la que más brilla.
Dulce dama encantada,
transformas con la mirada
todo un infierno de hielo
en un paraíso eterno,
que ni un lugar en el cielo
queda sin ser iluminado,
queda sin ser abrumado
por tu divina alegría.
por tu virtuosa sonrisa
y tu bendita amplitud
de comprender las mentiras,
que no son más que inquietud,
que no son más que espinas
que nunca llegan a herirte,
que me lleva a pedirte
por favor vuelve a mí, ¡oh luz!
¡Mi adorada flor del edén,
preciosa rodeada de encanto,
joya de quien nadie fue,
princesa de admirado canto!
Es de noche y empieza a llover,
el agua cae rozando mi cara
y me recuerda lo que no quise ver,
ver cómo aquel día lloraras
cuando el destino fue tan cruel,
cuando a quien tu alma entregaras
con otra quiso aprender...
Hoy te digo, alma mía,
que no importa el camino,
que lo que nos depara el destino
no se ha escrito todavía,
que lo sabe bien el cielo
esto mismo que te escribo,
lo que me hace sentir vivo
y es lo mucho que te quiero
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